COMENTARIO DE LA OBRA DE GUY DEBORD COMENTARIOS SOBRE LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
La intención de este comentario es la de ver algunos rasgos de esta obra de Guy
Debord publicada en 1988, continuación de La sociedad del
espectáculo que apareciera en 1967. Guy Debord fue el fundador
de la Internacional Situacionista en 1957. El movimiento
situacionista fue una vanguardia artística, de investigación
experimental de la vida cotidiana y contribuyó en la teoría y en la
práctica de una nueva contestación revolucionaria. Los
situacionistas participaron activamente en el Mayo francés. La
Internacional Situacionista se disolvió en 1972. Sin querer entrar
demasiado en el aspecto cronológico, de resumen de la historia de la
Internacional Situacionista, nuestro propósito es el de incidir en
algunos aspectos de esta obra e intentar profundizar en ella desde un
punto de vista personal. En La sociedad del espectáculo se
mostraba como el espectáculo moderno era el dominio autocrático de
la economía mercantil, que había alcanzado un status de soberanía
irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que
acompañan ese dominio. En 1988 y según Debord el espectáculo es
indudablemente más poderoso de lo que era antes. Esto es debido a
los mass media, o más exactamente a un exceso de ellos. En 1967
Debord distinguía dos formas del poder espectacular, la concentrada
y la difusa. La primera típica de los totalitarismos nazi y
estalinistas y la segunda típica de la americanización donde se era
libre de escoger entre una gran variedad de mercancías. Estas dos
formas, sucesivas y rivales, han devenido en una tercera, la
combinación de las dos anteriores, lo espectacular integrado. Esta
tercera forma es importante en la comprensión de la sociedad del
espectáculo en 1988, pues si en la espectacular concentrada se le
escapaba la mayor parte de la sociedad y en la difusa una parte muy
pequeña, ésta en cambio, abarca a todos y no se le escapa nada. Una
vez distinguidas estas apreciaciones vamos a incidir en algunos
puntos concretos. En el capítulo V Debord dice: “La sociedad
modernizada hasta llegar al estadio de lo espectacular integrado se
caracteriza por el efecto combinado de cinco rasgos principales: la
innovación tecnológica incesante; la fusión de la economía y el
Estado; el secreto generalizado; la falsedad sin respuesta; un
presente perpetuo”.
Este fragmento resulta
interesante, pues aunque han pasado veinte años desde su edición,
no por eso ha perdido fuerza. Qué decir de la innovación
tecnológica incesante? Actualmente vivimos en un momento donde la
tecnología es omnipresente en todos los ámbitos de la sociedad, no
sólo para un sector concreto y generacional, sino a todos los
niveles. Vivimos rodeados de pantallas. Somos espectadores llevados
al paroxismo. Desde que a mediados de los noventa apareció el
fenómeno de Internet, hemos ido avanzando hacia una sociedad
digital, el homos digitalis. Veinte años después resulta aun
más pertinente la visión de Debord. Vivimos pendientes de
pantallazas incesantes, dispositivos digitales como los MP3, PDA,
ORDENADORES PORTÁTILES, TELÉFONOS MÓVILES, etc. Siempre
accesibles, todo lo podemos realizar mediante un click, y lo
obtenemos al momento. Respecto al presente perpetuo, Debord cree que
el dominio de la historia era lo memorable, la totalidad de los
acontecimientos cuyas consecuencias se harían sentir durante largo
tiempo. La sociedad del espectáculo, sin embargo, ha colocado fuera
de la ley a la historia, la ha relegado al olvido y el espíritu
histórico de la sociedad. Este movimiento no es gratuito, y otros
autores como Levinas y Patocka hablan sobre el tema de la memoria y
del movimiento de la sociedad de progreso de ver la historia como un
continum, o como Debord mismo dice en el capítulo VII: “Con
la destrucción de la historia, incluso el acontecimiento
contemporáneo se pierde inmediatamente en una lejanía fabulosa,
entre relatos imposibles de verificar, estadísticas incontrolables,
explicaciones inverosímiles y argumentos insostenibles”.
Otro aspecto de la sociedad del
espectáculo es el del secreto generalizado y la falsedad sin
respuesta, ambos complementarios. Debord comenta en su obra como el
gobierno no sólo es hábil en ocultar la historia sino que también
lo es en ocultar o no dar toda la información sobre acciones pasadas
y presentes, ya sea por motivos políticos, económicos o ambos. Un
ejemplo de esto es cuando en el capítulo XIV nos dice como la
ciencia se halla sometida a intereses económicos, y no es la misma
ciencia que descubrió una cura a la lepra y la viruela que la
ciencia que promovieron la radiación nuclear y la química
agroalimentaria. Según Debord, la medicina actual no puede defender
la salud de la población, pues eso significaría oponerse al Estado
y a la misma industria farmacéutica. Como opinión personal, y esto
ya no son palabras de Debord, intuitivamente y sin ser especialista
en medicina o farmacología, podemos observar como actualmente esto
se puede observar en el hecho de que un mismo medicamento existe pero
en distintos ejemplares, dependiendo del laboratorio que lo realiza.
Se demuestra que hay una fuerte relación entre economía y salud.
Por otro lado, qué decir, y solo especulativamente, de un posible
medicamento que curara de forma inmediata enfermedades como el
cáncer, el sida, etc.? Pues que no resultaría económicamente
rentable frente a los largos tratamientos de tantos otros
medicamentos, que aunque no puedan curar, si que mitigan el dolor. De
todas maneras, esto es sólo una especulación, aunque si que
coherentemente posible.
En el capítulo XVI Debord habla
sobre el concepto de desinformación. El autor cree que éste es
empleado abiertamente por algún poder o por gente de algún
fragmento de la autoridad económica o política. La desinformación
no es sólo la negación de un hecho que conviene a las autoridades,
sino que debe contener una cierta parte de verdad, deliberadamente
manipulada por un hábil enemigo. La desinformación es por lo tanto,
el mal uso de la verdad. La práctica de la desinformación es
ejercida por el Estado. Debord cree que la desinformación reside de
hecho en toda la información existente y que es su característica
principal, “Allí donde se nombra la desinformación, no
existe;allí donde existe, no se la nombra”. Otro aspecto del
secreto generalizado y la falsedad sin respuesta es el que se produce
en nuestra sociedad en la cual Debord, en el capítulo XVIII, dice
que ésta está fundada sobre el secreto. Alude a ejemplos concretos
de empresas tapaderas y a secretos militares. No hace falta pensar
mucho para darnos cuenta que en este aspecto, el texto, aunque con
una veintena de años de diferencia hasta el dia de hoy sigue
manteniendo toda su vigencia. Esto es debido a que cualquier persona
con un mínimo de inteligencia puede ver en las noticias o en los
periódicos sucesos que dan información, no tanto por lo que se dice
sino por lo que se calla. Secretos revelados cincuenta años después
al gran público, como por ejemplo, el de España como lugar de
escondite de altos cargos del ejército nazi, después de la derrota
de éstos en la II Guerra Mundial. Pero este es solo un ejemplo de
una larga lista. En este mismo capítulo, Debord comenta el hecho de
que cada vez hay más hombres para actuar en secreto, adiestrados
para tal fin.
“Las nuevas condiciones de
la sociedad de lo espectacular integrado forzaron a su crítica a
permanecer realmente en la clandestinidad, y no porque ella se
esconda sino porque la esconde la pesada escenificación del
pensamiento recreativo…”
En este fragmento es donde
podemos ver donde todo empieza a encajar, según nuestra humilde
opinión. Debord hace referencia a ejemplos concretos de combatir a
terroristas mediante terrorismo como los SAS ingleses a irlandeses o
como el GAL a los vascos, pero podemos actualizar la lista añadiendo
ejemplos como el de Guantánamo. Precisamente este poder actualizar
la lista es un indicativo de la vigencia de las tesis de Debord. El
hecho de que creamos que todo empieza a encajar es debido a que si
unimos la pérdida de sentido histórico, la sociedad recreándose en
sus pantallas, la desinformación, el interés económico entrelazado
en los diversos aspectos de la sociedad, como el de la salud, y este
actuar de manera secreta por fuerzas del Estado pero a escondidas del
conocimiento de la sociedad, son solo algunos indicativos de la
sociedad del espectáculo que Guy Debord advierte en esta obra de
1988, pero que insistimos que continua siendo de igual o más
vigencia veinte años después. Para finalizar, Debord cree que hubo
un cambio radical a partir de 1968, del Mayo revolucionario. Desde
entonces hasta ahora cree que actualmente se dan miles de complots a
favor del orden establecido, redes secretas, operaciones secretas y
su integración dentro de la economía, la política y la cultura.
Esta no es sino la consecuencia de lo arriba mencionado y acierto de
nuestra apuesta sobre el encajar de las cosas.
La intención de este trabajo no
ha sido la de resumir toda la obra Comentarios sobre la sociedad
del espectáculo sino en el de incidir en ciertos aspectos
relevantes, aunque seguro que no todos, e intentar extrapolarlos
hasta el presente, en un experimento el resultado del cual ha sido
positivo. No tan solo ha sido posible la extrapolación sino que
además a mi parecer se han ampliado las consecuencias y las
condiciones de posibilidad. Todo esto nos lleva a pensar que seguimos
siendo los grandes espectadores de la sociedad, la sociedad del
espectáculo.
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