domingo, 21 de abril de 2013

Guy Debord y Comentarios sobre la sociedad del espectáculo


  COMENTARIO DE LA OBRA DE GUY DEBORD COMENTARIOS SOBRE LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO



La intención de este comentario es la de ver algunos rasgos de esta obra de Guy Debord publicada en 1988, continuación de La sociedad del espectáculo que apareciera en 1967. Guy Debord fue el fundador de la Internacional Situacionista en 1957. El movimiento situacionista fue una vanguardia artística, de investigación experimental de la vida cotidiana y contribuyó en la teoría y en la práctica de una nueva contestación revolucionaria. Los situacionistas participaron activamente en el Mayo francés. La Internacional Situacionista se disolvió en 1972. Sin querer entrar demasiado en el aspecto cronológico, de resumen de la historia de la Internacional Situacionista, nuestro propósito es el de incidir en algunos aspectos de esta obra e intentar profundizar en ella desde un punto de vista personal. En La sociedad del espectáculo se mostraba como el espectáculo moderno era el dominio autocrático de la economía mercantil, que había alcanzado un status de soberanía irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que acompañan ese dominio. En 1988 y según Debord el espectáculo es indudablemente más poderoso de lo que era antes. Esto es debido a los mass media, o más exactamente a un exceso de ellos. En 1967 Debord distinguía dos formas del poder espectacular, la concentrada y la difusa. La primera típica de los totalitarismos nazi y estalinistas y la segunda típica de la americanización donde se era libre de escoger entre una gran variedad de mercancías. Estas dos formas, sucesivas y rivales, han devenido en una tercera, la combinación de las dos anteriores, lo espectacular integrado. Esta tercera forma es importante en la comprensión de la sociedad del espectáculo en 1988, pues si en la espectacular concentrada se le escapaba la mayor parte de la sociedad y en la difusa una parte muy pequeña, ésta en cambio, abarca a todos y no se le escapa nada. Una vez distinguidas estas apreciaciones vamos a incidir en algunos puntos concretos. En el capítulo V Debord dice: “La sociedad modernizada hasta llegar al estadio de lo espectacular integrado se caracteriza por el efecto combinado de cinco rasgos principales: la innovación tecnológica incesante; la fusión de la economía y el Estado; el secreto generalizado; la falsedad sin respuesta; un presente perpetuo”.
Este fragmento resulta interesante, pues aunque han pasado veinte años desde su edición, no por eso ha perdido fuerza. Qué decir de la innovación tecnológica incesante? Actualmente vivimos en un momento donde la tecnología es omnipresente en todos los ámbitos de la sociedad, no sólo para un sector concreto y generacional, sino a todos los niveles. Vivimos rodeados de pantallas. Somos espectadores llevados al paroxismo. Desde que a mediados de los noventa apareció el fenómeno de Internet, hemos ido avanzando hacia una sociedad digital, el homos digitalis. Veinte años después resulta aun más pertinente la visión de Debord. Vivimos pendientes de pantallazas incesantes, dispositivos digitales como los MP3, PDA, ORDENADORES PORTÁTILES, TELÉFONOS MÓVILES, etc. Siempre accesibles, todo lo podemos realizar mediante un click, y lo obtenemos al momento. Respecto al presente perpetuo, Debord cree que el dominio de la historia era lo memorable, la totalidad de los acontecimientos cuyas consecuencias se harían sentir durante largo tiempo. La sociedad del espectáculo, sin embargo, ha colocado fuera de la ley a la historia, la ha relegado al olvido y el espíritu histórico de la sociedad. Este movimiento no es gratuito, y otros autores como Levinas y Patocka hablan sobre el tema de la memoria y del movimiento de la sociedad de progreso de ver la historia como un continum, o como Debord mismo dice en el capítulo VII: “Con la destrucción de la historia, incluso el acontecimiento contemporáneo se pierde inmediatamente en una lejanía fabulosa, entre relatos imposibles de verificar, estadísticas incontrolables, explicaciones inverosímiles y argumentos insostenibles”.
Otro aspecto de la sociedad del espectáculo es el del secreto generalizado y la falsedad sin respuesta, ambos complementarios. Debord comenta en su obra como el gobierno no sólo es hábil en ocultar la historia sino que también lo es en ocultar o no dar toda la información sobre acciones pasadas y presentes, ya sea por motivos políticos, económicos o ambos. Un ejemplo de esto es cuando en el capítulo XIV nos dice como la ciencia se halla sometida a intereses económicos, y no es la misma ciencia que descubrió una cura a la lepra y la viruela que la ciencia que promovieron la radiación nuclear y la química agroalimentaria. Según Debord, la medicina actual no puede defender la salud de la población, pues eso significaría oponerse al Estado y a la misma industria farmacéutica. Como opinión personal, y esto ya no son palabras de Debord, intuitivamente y sin ser especialista en medicina o farmacología, podemos observar como actualmente esto se puede observar en el hecho de que un mismo medicamento existe pero en distintos ejemplares, dependiendo del laboratorio que lo realiza. Se demuestra que hay una fuerte relación entre economía y salud. Por otro lado, qué decir, y solo especulativamente, de un posible medicamento que curara de forma inmediata enfermedades como el cáncer, el sida, etc.? Pues que no resultaría económicamente rentable frente a los largos tratamientos de tantos otros medicamentos, que aunque no puedan curar, si que mitigan el dolor. De todas maneras, esto es sólo una especulación, aunque si que coherentemente posible.
En el capítulo XVI Debord habla sobre el concepto de desinformación. El autor cree que éste es empleado abiertamente por algún poder o por gente de algún fragmento de la autoridad económica o política. La desinformación no es sólo la negación de un hecho que conviene a las autoridades, sino que debe contener una cierta parte de verdad, deliberadamente manipulada por un hábil enemigo. La desinformación es por lo tanto, el mal uso de la verdad. La práctica de la desinformación es ejercida por el Estado. Debord cree que la desinformación reside de hecho en toda la información existente y que es su característica principal, “Allí donde se nombra la desinformación, no existe;allí donde existe, no se la nombra”. Otro aspecto del secreto generalizado y la falsedad sin respuesta es el que se produce en nuestra sociedad en la cual Debord, en el capítulo XVIII, dice que ésta está fundada sobre el secreto. Alude a ejemplos concretos de empresas tapaderas y a secretos militares. No hace falta pensar mucho para darnos cuenta que en este aspecto, el texto, aunque con una veintena de años de diferencia hasta el dia de hoy sigue manteniendo toda su vigencia. Esto es debido a que cualquier persona con un mínimo de inteligencia puede ver en las noticias o en los periódicos sucesos que dan información, no tanto por lo que se dice sino por lo que se calla. Secretos revelados cincuenta años después al gran público, como por ejemplo, el de España como lugar de escondite de altos cargos del ejército nazi, después de la derrota de éstos en la II Guerra Mundial. Pero este es solo un ejemplo de una larga lista. En este mismo capítulo, Debord comenta el hecho de que cada vez hay más hombres para actuar en secreto, adiestrados para tal fin.
Las nuevas condiciones de la sociedad de lo espectacular integrado forzaron a su crítica a permanecer realmente en la clandestinidad, y no porque ella se esconda sino porque la esconde la pesada escenificación del pensamiento recreativo…”
En este fragmento es donde podemos ver donde todo empieza a encajar, según nuestra humilde opinión. Debord hace referencia a ejemplos concretos de combatir a terroristas mediante terrorismo como los SAS ingleses a irlandeses o como el GAL a los vascos, pero podemos actualizar la lista añadiendo ejemplos como el de Guantánamo. Precisamente este poder actualizar la lista es un indicativo de la vigencia de las tesis de Debord. El hecho de que creamos que todo empieza a encajar es debido a que si unimos la pérdida de sentido histórico, la sociedad recreándose en sus pantallas, la desinformación, el interés económico entrelazado en los diversos aspectos de la sociedad, como el de la salud, y este actuar de manera secreta por fuerzas del Estado pero a escondidas del conocimiento de la sociedad, son solo algunos indicativos de la sociedad del espectáculo que Guy Debord advierte en esta obra de 1988, pero que insistimos que continua siendo de igual o más vigencia veinte años después. Para finalizar, Debord cree que hubo un cambio radical a partir de 1968, del Mayo revolucionario. Desde entonces hasta ahora cree que actualmente se dan miles de complots a favor del orden establecido, redes secretas, operaciones secretas y su integración dentro de la economía, la política y la cultura. Esta no es sino la consecuencia de lo arriba mencionado y acierto de nuestra apuesta sobre el encajar de las cosas.
La intención de este trabajo no ha sido la de resumir toda la obra Comentarios sobre la sociedad del espectáculo sino en el de incidir en ciertos aspectos relevantes, aunque seguro que no todos, e intentar extrapolarlos hasta el presente, en un experimento el resultado del cual ha sido positivo. No tan solo ha sido posible la extrapolación sino que además a mi parecer se han ampliado las consecuencias y las condiciones de posibilidad. Todo esto nos lleva a pensar que seguimos siendo los grandes espectadores de la sociedad, la sociedad del espectáculo.

1 comentario:

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