jueves, 16 de febrero de 2012

CIENCIAS HUMANAS VERSUS CIENTIFICISMO

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Cuando hablamos de Ciencias Humanas nos referimos a todas esas especialidades en que su objetivo es estudiar al ser humano, tales como Filosofía, Geografía, Historia, Pedagogía, Sociología, Paleontología, Lenguas clásicas, Estudios Artísticos, y un largo etcétera. Por otro lado, cuando hablamos de Cientificismo nos referimos a esa corriente de pensamiento que acepta sólo las ciencias comprobables empíricamente, como fuente de explicación de todo lo existente, tales como Física, Biología, Química, Astronomía, y otro largo etcétera.
En este trabajo, nuestra intención es ver, a través de dos autores (C.P Snow y Bryan Appleyard), la dicotomía que ha habido en la Historia entre las ciencias humanas y las ciencias aplicadas. Partiremos, primeramente, del texto de C.P Snow Las Dos Culturas, del cual haremos diversas reflexiones sobre la vigencia actual o no de ese texto a día de hoy.
En el punto de partida, Snow se coloca él mismo entre los intelectuales literarios, por su faceta de escritor, y entre los intelectuales científicos, por su vocación científica. Empieza de esta manera lo que él cree que son las dos culturas, la de los literarios por un lado y la de los científicos por el otro. Dos grupos comparables en inteligencia y que según él habían dejado de comunicarse. Recordemos que el texto del autor pertenece a la década de finales de los cincuenta del siglo XX. De los no científicos nos comenta como éstos ven a los científicos como personas optimistas por pura superficialidad, por ignorancia del hombre. A su vez, los científicos creen de los no científicos que son gente que carecen de visión anticipadora, que viven desentendidos de sus hermanos los hombres. Snow advierte como estas reducciones tergiversadas son peligrosas e inexactas. Por un lado, lo del optimismo científico, comenta como algunas científicos abrigaban la condición trágica de estar solos (pues solos morimos) y con fe religiosa. Aunque demuestra que el mismo hecho de tengan esa condición trágica no quiere decir que tenga que serlo también la condición social. Explica que los científicos, como grupo humano y social, tienden a una voluntad optimista respecto a la resolución de problemas, y ese es su fin. También es cierto, que en ese proceso, tienden a mirar con desprecio las actitudes sociales de la otra cultura, la de los literarios. Snow indica que cualquier intento de dividir cualquier cosa en dos debe mirarse siempre con sumo recelo. Snow cree que si bien un biólogo tenga una idea vaga sobre física, también es cierto que existe unas maneras de proceder que son generales en el ámbito científico. Aquí parece hablar el autor sobre un modo de proceder, ya sea el método deductivo o inductivo, general y aceptado por la comunidad científica. En cambio, en cuanto a los literarios, y en buena medida, de los filósofos, no existe esa generalidad de sistema, sino diversos y personalizados. Cree que los sentimientos que son para unos son a la vez los anti-sentimientos del otro. Si los científicos llevan el futuro en la sangre, los literarios desean que el futuro no exista. Asimismo es la cultura tradicional la que dirige el mundo. No hay que olvidar que este texto es de finales de los cincuenta y las cosas han cambiado mucho desde entonces, aunque de eso ya hablaremos tarde. El autor cree que debido a estas circunstancias se ha visto afectada tanto la esfera de lo práctico como la esfera de lo intelectual y en la actividad creadora, en detrimento de éstas.
En general, confiesa que la división de las dos culturas viene dada también por el hecho de que cada bando tiene su propia cultura, si bien indica, que los científicos tienen su propia cultura, rica en contenido teórico, generalmente más riguroso y casi siempre de un nivel conceptual más alto que las teorías de los intelectuales literarios.
Esto genera a su vez, que los científicos no se interesen por las novelas, historia, poesía o teatro. No es que no se interesen por la vida social, moral o psicológica. Snow cree que en lo moral son el grupo de intelectuales más sano que existe, lo cual es discutible ya en la época de posguerra en la que se escribe este texto y quizás aun más en pleno siglo XXI donde la ciencia se ha convertido en la panacea universal. Nos cuenta Snow que en general, lo científicos no se interesan por la cultura tradicional ni que incida en el campo de lo moral, psicológico o social, lo cual también cree que es un error por parte de éstos y un empobrecimiento de su espíritu.
Por el otro lado, encuentra a los literarios, los cuales se complacen en sostener que la cultura tradicional es toda la cultura, llegando así al mismo nivel de empobrecimiento, como si todo lo que sabemos sobre el universo físico no valiera para nada. Según este autor, parece que estas dos culturas no tengan ningún punto donde se puedan encontrar. Creen que no hay diálogo entre ellas. Piensa que uno de los motivos de esta separación es a causa de la especialización académica. Es curioso como esto de alguna manera no ha cambiado tanto de entonces hasta aquí. Snow indica que hace 60 años, eso es final siglo XIX principios del XX, estas dos culturas ya se encontraban peligrosamente separadas, pero que personajes como Lord Salisbury, podía tener su propio laboratorio o Arthur Balfour mostraba por la ciencia natural un interés que excedía al de un simple aficionado.
Actualmente, en la época del autor, los jóvenes científicos ven como sus especialidades van en ascenso, mientras que la de los literarios van en sentido contrario. Mientras unos ganan sueldos considerables, los otros se tienen que conformar un poco más de la mitad de aquellos. En este aspecto tampoco se puede decir que en pleno siglo XXI haya cambiado mucho en éstos aspectos. Si bien es cierto que muchas carreras humanísticas se han especializado, también lo es el hecho de que hay mucha mas bolsa laboral para un técnico en laboratorio o un técnico en gestión de redes informáticas que para un paleontólogo o un sociólogo. Esto era así hace 50 años en la época de nuestro autor y sigue siendo así en pleno siglo XXI.
Una de las razones de la existencia de las dos culturas, es la razón histórica. Snow hace un excurso sobre la Historia y concretamente sobre la Revolución Industrial. La localización que da es en Inglaterra, donde ésta empezó antes que en ningún otro lugar, aunque lo generaliza a todos los países industrializados o en vias de industrialización. Explica como la gente pasó de cultivar el campo para dirigirse a trabajar a las fábricas. La evolución tecnológica de entonces demandaba cerebros inteligentes que se ocuparan de dirigir este cambio, y según él, los intelectuales literarios y los científicos puros, no se interesaron por estos hechos. Esta situación es la que hizo que algunos chiflados y obreros ingeniosos se ocuparan de ello. Asimismo, los intelectuales se apartaron con aversión como si lo correcto en un hombre con sensibilidad fuera no ser parte en eso. Pues si hay una verdad indiscutible, es que la industrialización es la única esperanza para los pobres, en la década del autor que es finales de los cincuenta, aunque actualmente asistamos que esto ya no es tan categórico. En efecto, vemos como a causa de la globalización, los costes de producción en las fábricas se abaratan, para poder competir a nivel internacional, pero a la vez, esto afecta también a los sueldos de los trabajadores, o en el peor de los casos, al cierre de la fábrica para llevarla a otro país donde los costes de fabricación son más baratos y los sueldos inferiores.
Por todo esto, podemos decir que la situación de los estudios humanísticos y de los estudios cientificistas sigue siendo la misma que hace 50 años en lo que respecta a la demanda de lo aplicativo de lo científico, a la pragmática de éstos, en un mundo cada vez más tecnológico e informatizado. Si bien es cierto, como hemos dicho antes que se abran más posibilidades dentro de las especialidades humanísticas, también lo es el predominio de las ciencias
Aplicadas en el mundo laboral. ¿Se reduce entonces todo a lo laboral, a lo económico? Quizás sea una simplificación quererlo ver así, pero también es cierto que en plena época capitalista parece muy anacrónico las máximas relacionadas con el saber por el saber y la plenitud de espíritu. Claro está que es una decisión personal de cada uno, pero no parece ser la tónica general. Solo cabe ver como lo que deparará el futuro, si en algún momento los estudios humanísticos tomarán un papel más importante en todos los ámbitos de la sociedad, quizás debido a un declive del actual sistema económico capitalista. El tiempo lo dirá.
A continuación, vamos a exponer el punto de vista de Bryan Appleyard, redactor de crónicas especiales para el Sunday Times y otras publicaciones acerca de temas de la ciencia y la cultura, el cual hace un estudio de la evolución de la ciencia y muestra el momento de escisión de ésta con lo humanístico.

  1. Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. El primero, asentando sus bases experimentales y, el último, encumbrándola al más alto nivel.
  2. Galileo y Newton fundan la ciencia propiamente dicha, hija de Occidente y de la Modernidad. El primero, asentando sus bases experimentales y, el último, encumbrándola al más alto nivel.
  3. Bacon, Descartes y Kant le otorgan a esta ciencia naciente su orientación y soporte filosóficos: empirista, el uno; racionalista, el otro; sintético, el tercero. Esta ciencia empieza a destronar la creencia religiosa, imperante hasta entonces.
  4. Einstein (y los relativistas), Planck (y los cuánticos), Lorentz (y los teóricos del caos) destronan a Newton y su proyecto mecanicista, conquistando para la ciencia extraños y complejos territorios, a la vez que la sumen en una crisis de identidad. La imagen de la ciencia dista todavía de ser unitaria. En lo social, la bomba atómica, la guerra fría y la carrera espacial.
  5. Darwin y Freud cambian la visión de nuestro origen y devenir, asaltan nuestro yo desde la biología y la psicología, respectivamente. Nuevo impulso al proyecto cientificista.
  6. Los físicos Bohm y Capra y el biólogo Sheldrake coquetean con el misticismo. Una nueva espiritualidad.
  7. Los ambientalistas llaman la atención por la supervivencia de la Tierra.
  8. El platónico Penrose y el materialista Hofstadter polemizan en torno a la Inteligencia Artificial, en defensa de una versión débil el primero y de una fuerte el segundo. En lo social, Star Wars conquista Hollywood y aumento de la tecnología en el ámbito del hogar y del trabajo.
  9. Los biotecnólogos en ascenso. Alimentos transgénicos. Proyecto Genoma Humano.
  10. Rusell y Wittgenstein, maestro y alumno con posiciones antípodas. El primero defiende el proyecto del cientificismo liberal. El segundo, muestra como la alianza de la ciencia y la filosofía han forjado nuestro saber. Su obra tiene implicaciones liberadoras para nuestras sociedades y nuestras vidas de la dominación científica, y para la ciencia misma, de la ideología cientificista.
  11. Hawkins, Sagan y Bronowski, portavoces de la ideología del cientificismo Appleyard opta por la estela de Pascal, Kant, Kierkegaard y Wittgenstein, les critica y es acusado de anticientífico.

Se puede comprobar como esta evolución no es lineal, sino de subidas y bajadas con momentos de posiciones dogmáticas o con momentos de relativización. Según este autor, su crítica va dirigida, 1) la denuncia de la falacia cientificista y 2) el control social de la ciencia. Sobre la falacias cientificista siguen las siguientes tesis:
    1. La ciencia es el modelo de la racionalidad humana, su proyecto mismo, al que estamos destinados inevitablemente.
    2. La ciencia es axiológicamente neutra.
    3. La ciencia es, o puede ser, la explicación total y única a los fenómenos de la naturaleza y la sociedad.
    4. Sólo entregándonos a la ciencia es como podremos solucionar todos los problemas de la humanidad.
Su crítica esta relacionada con el hecho de que la clave del éxito de la ciencia ha sido que nada ha podido competir con las respuestas teóricas y prácticas dadas por la ciencia a los problemas que la realidad plantea al hombre. De lo que se sigue que solo la explicación científica puede ser considerad como verdadera, como sigue en el siguiente cuadro:

Utilidad de la Ciencia = Verdad
Preguntas Científica = Únicas Preguntas Válidas
Respuestas Científicas = Verdad en ascenso.
Otras respuestas = simples Opiniones
Cuestionamientos a la Ciencia = Anticientificidad.

Podemos observar en este cuadro una imposibilidad a cuestionar o considerar sobre las verdades de la ciencia. Según la esquematización de Appleyard, ¿podemos aceptar sin mas que sólo existe este tipo de conocimiento como verdadero en el sentido estricto? Para algunos, el cientificismo es un invento de la Época Moderna, conocimiento que no tuvieron otras sociedades. Por otro lado, ¿el cientificismo se puede liberar de toda responsabilidad moral y ética, refractando ésta en las decisiones políticas?
Las ciencias humanas deben adquirir una cierta pretensión de cientificidad, mediante estadísticas, estudios sociales, etc. o solo algunas? Se convierte el cientificismo en el nuevo dogma, como algo incontestable para personas no científicas y adquiriendo el status de ‘religión’? Y por último, si el progreso de la ciencia da explicación de lo humano y sirve para mejorar la vida humana, ¿es coherente pensar que tanto progreso tecnológico trae consigo la felicidad para el hombre o mas bien la alienación de éste en según que circunstancias? ¿Somos esclavos de nuestros inventos? ¿Podrá salir al paso lo humanístico, no como involución sino como corrección de prioridades de vida respecto al consumismo que nos rodea?
Son muchas las cuestiones, pero lo que si está claro, es que se debe encontrar algún punto de unión o re-unión del saber científico con el saber humano, para no convertirnos es autómatas ni para volver a las cuevas y a los ritos.


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