jueves, 25 de julio de 2013

Jean-Paul Sartre. La náusea

























La Nausea es una novela donde nos encontramos con su protagonista, Antoine Roquentin, un especialista en Historia que se encuentra hospedado en un hotel en Bouville, un municipio imaginario de Francia, y en donde el protagonista está interesado en la vida del Marqués de Rollebon. Sin embargo pronto dejará de interesarle ese personaje porque Roquentin se verá atrapado por una sensación de nausea que le atrapará por completo. Acompañándole en la novela aparecerán otros personajes relacionados con el pasado y el presente de Antoine como son Anny, ex-pareja y ex-actriz de teatro de unos treinta años como él y el Autodidacta, personaje que se encuentra en la biblioteca y que tiene la costumbre de estudiar a los autores alfabéticamente. Por un lado, Anny representa los recuerdos de un relación pasada y de unos sentimientos que en cierta manera él comparte pero que ella no deja de reprocharle la relación que tuvieron en el pasado en la visita que ella le hace en Bouville. Por otro lado, el Autodidacta representa el humanismo, un versión de humanismo que él detesta. Además, el Autodidacta acabará siendo acusado en la biblioteca de pederasta al ser atrapado 'in fraganti' por el vigilante al verle haciendo unas caricias a unos alumnos que allí asistían. En la novela se tratan muchos temas como son la muerte, el amor o la alienación de las personas y en particular de los ciudadanos de Bouville así como de sus autoridades más ilustres. Sin embargo, el tema más profundo que trata Sartre en esta obra, en mi opinión, es el existencialismo, la sensación de existencia desatada por una sensación de nausea que le viene al principio de manera puntual pero que acaba aceptando y abrazando. Es una sensación de que por desgracia se siente como un 'ens' existente. Al contrario que Descartes, no pone en duda la existencia pero tampoco la da por supuesta. No es sólo que exista y punto, sino que se da cuenta de que la gente da por supuesto la existencia cuando esa existencia se convierte en algo que le ahoga, en algo molesto y también en algo que encuentra sin ningún sentido, ninguna finalidad. Somos seres que existimos de manera temporal y que en algún momento dejamos de existir, así como todo lo que existe pero que simplemente carente de finalidad para su existencia. La gente cree en una serie dogmas que desde la sociedad y desde la racionalidad nos han impuesto para poder sobrellevar el día a día pero que si se mira con otro prisma se ve que no tiene ningún tipo de finalidad, son meros existentes en el tiempo para dejar paso al dejar de existir. Este sentirse existente lleva consigo una angustia y una desesperación pues no es posible no existir, aunque si dejar de existir sin que eso no impida que se haya existido y que todo lo demás exista de manera total. Si estamos abandonados de toda finalidad también estamos abandonados de cualquier principio que nos quieran imponer y que sean considerados como absolutos. En cualquier caso, los principios que nos hagamos serán realizados por uno mismo y en relación con las demás personas. Somos responsables de nosotros mismos. De la misma manera, Antoine Roquentin considera el tiempo como un continuo presente en el que los recuerdos que tiene de viajes pasados son recuerdos vagos que se van desfigurando de su memoria o que aunque recordados perfectamente, no dejan de ser una versión distinta a esa realidad en ese momento concreto. Es por este motivo que pone en duda que alguna vez haya tenido lo que él considera como 'aventura' siendo sus sucesos tan subjetivos que se alejan de la concepción de 'aventura' tal como se entiende en el sentido de una novela de aventuras. Por estos mismos motivos, se verá obligado a abandonar la reconstrucción de los hechos históricos del Marqués de Rollebon. Al final de la novela, una vez ya perdida la esperanza de poder tener una relación con Anny y de presenciar el 'humanismo pederasta' del Autodidacta y ya en plena catarsis existencialista, llegará a la conclusión de que debe escribir un libro, un algo que le trascienda, como la canción de Jazz que suena gracias a su amiga Madeleine en el bar del Rendez-vous des Cheminots donde se hospeda. “Some of the days you'll miss me honey”, esa es la letra de la canción que siempre pide que suene en el fonógrafo. Antoine llega a la conclusión de que debe escribir una libro, pero no de Historia, porque él cree que la Historia habla de lo que ha existido y un existente no puede justificar la existencia de otro existente. No, debe ser una novela de aventuras, algo que esté más allá de la existencia, algo irreal. Sólo a través de este acto podría llegar a recordar su vida sin sensación de repugnancia cuando mirara al pasado y pensara que todo empezó tal día como hoy, refiriéndose al momento de la toma de decisión de escribir la novela. De la misma manera que la canción de Jazz pervive en el tiempo más allá de sus autores, como en todo el arte en general, él con su obra podría burlar la existencia siendo un existente que en algún momento dejaría de existir pero del cual quedaría una parte de él que sobreviviría.









1 comentario:

  1. La náusea como captación no-posicional de la propia existencia. Jairo Alberto Cardona Reyes. Reflexiones marginales. Revista virtual. Universidad Nacional Autónoma de México. Año 5, número 30.
    Diciembre 2015-Enero 2016. Naturaleza ISSN 2007-8501. Disponible en: http://reflexionesmarginales.com/3.0/la-nausea-como-captacion-no-posicional-de-la-propia-existencia/

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